¿Os acordáis de esa especie de resentimiento que teníamos en el colegio en contra de los empollones? Esa sensación que a ellos les costaba mucho menos esfuerzo conseguir, lo que a los demás nos costaba una barbaridad.
Creo que cuando somos mayores seguimos igual. Envidiamos a los que tienen mejor trabajo que nosotros, o ganan más dinero, o tienen una mejor posición social.
En cierta manera, el comunismo es la respuesta a esa envidia. El intentar igualarnos a todos, pero no por arriba, si no por abajo. Que nadie gane cinco o seis mil euros al mes. Que todos ganemos mil. No busca que todos seamos ricos, más bien que todos seamos pobres.
Las sociedades evolucionan cuando existe la libertad de desarrollar tus capacidades, sin poner barreras. Es una pena que los que destacan sean minoría, pero el mundo es así.
La igualdad es un derecho, pero no debe de ser una obligación impuesta políticamente, porque, cuando se impone, mata la motivación y la creatividad, y nos condena al fracaso.
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