martes, 26 de octubre de 2021

ESPERANDO LA TORMENTA ECONÓMICA PERFECTA

 


La actual crisis de la energía, del transporte y de las materias primas está sacando a la luz las carencias de los estados democráticos en un mundo globalizado.

En España estamos siendo conscientes de la gran dependencia que tenemos del mercado internacional para, prácticamente, todo. De esto deberíamos aprender que se debería garantizar un mínimo de autoabastecimiento. Deberíamos ser capaces de generar, al menos, un 40% de nuestra energía. No acabar del todo con nuestra minería de carbón, con nuestras centrales térmicas y nucleares. Aprovechar mejor la energía solar en un país con tantas horas de sol.

También deberíamos tener lugares de almacenaje de petróleo, gas y grandes materias primas que nos permitieran comprar cuando el precio es bajo y almacenarlo, para no depender tanto de un mercado tan cambiante.

Por otro lado, deberíamos fomentar la fabricación propia. Incentivar de alguna manera nuestra producción industrial, para poder afrontar, en un momento dado, una desconexión del mercado internacional.

Nuestra enorme deuda exterior, junto con nuestra gran dependencia comercial, nos convierte en un país débil. Dependiente de las subastas de deuda y de los vaivenes de la economía internacional. No tenemos ninguna fuerza dentro de Europa y tenemos que pedir aprobación para cada paso que damos porque sin su dinero, no somos nada.

Quizás esto no suene políticamente correcto, pero Trump quizás tenía mas razón de la que pensamos con su “American First”. A lo mejor nosotros necesitamos un “España Primero” en el que se redimensiones una administración monstruosa, se controle el gasto público y se eliminen cientos de subvenciones estúpidas que solo sirven para satisfacer estómagos agradecidos.  Controlar el gasto para reducir la deuda y no depender tanto de nuestros acreedores. 

Fomentar nuestra propia industria. Una industria ofrezca calidad, por encima de cantidad o de precio. Que cree puestos de trabajo aquí y que nos permita exportar al mundo.

Analizar nuestra capacidad de generar energía e implementarla para que sea lo mas segura, barata y eficiente para nosotros.

Si controlásemos el gasto, la producción y la energía seríamos mas fuertes, mas estables, mas libres y, sobre todo, menos dependientes.

Pero en un país en el que la clase política se centra en escupirse a la cara y en alimentar nuestras diferencias. En generar odio entre nosotros de todas las maneras posibles (entre regiones, entre clases sociales, entre sexos, entre razas…), todo esto es una quimera.

Quizás algún día llegue una generación de políticos a los que, realmente les importe este país y que tengan la capacidad de trabajar juntos para sacar lo mejor de nosotros. Pero ahora mismo es impensable. 

Somos España, un país donde el sentido común es ciencia ficción.


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