Aunque el cuerpo humano es una máquina perfecta diseñada para defenderse de agresiones externas de todo tipo, hay veces que, involuntariamente, se vuelve contra nosotros mismos. Y es que, aunque nos creamos que nosotros tenemos el control del cuerpo, hay un rincón oscuro de nuestro cerebro que controla la parte inconsciente y que tiene más poder sobre el cuerpo que nosotros mismos.
Se supone que este “sistema operativo” trabaja a nuestro favor, aunque hay situaciones en las que se vuelve en contra nuestra. La ansiedad, por ejemplo, es una respuesta desbordante de nuestro cuerpo a una situación que no es tan agresiva. A un agorafóbico le produce ansiedad estar en un espacio cerrado. Su lógica le dice que no le ocurrirá nada, pero su inconsciente parece que discrepa.
Y es que, en casos extremos llega matarnos, desarrollando tumores malignos y dañando el funcionamiento de nuestros órganos vitales.
Si alguien fuera capaz de “hackear” este “sistema operativo”, acabaría con uno de nuestros peores enemigos. Nosotros mismos.
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