La mayoría de los hombres, en esto también me incluyo (¡no me libro de una!), hacemos balance cuando llegamos a los 40. Bueno, más que balance, es como una revelación.
Nos damos cuenta que esto se va acabando y nos entra la prisa por aprovechar la vida. De pronto, nos apuntamos al gimnasio, al pádel, salimos a correr, el que no tiene pelo se lo pone, el que tiene mucho se depila y el que tiene canas se las tiñe.
Muchos incluso se separan, e intentan recuperar el tiempo que consideran perdido. Vuelven a salir como si tuvieran veinte años, pero ya las resacas no son lo mismo y luego necesitas una semana para recuperarte.
Y es que queremos volver a la puñetera Fórmula 1, pero por mucho que pintemos el coche y lo pongamos chulo, tiene 20 años más que los que corren ahora y eso se nota.
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