A veces nos falta valor para tomar decisiones importantes y son las situaciones críticas las que nos empujan a tomarlas.
Es complicado cuando nos encontramos en medio de una crisis que nos deja sin opciones y nos obliga a cambiar de camino. Ese momento es jodido, pero crisis, que viene del griego, significaba “cambio” en la antigüedad. Ese cambio es, muchas veces necesario, pero solo vemos su parte positiva con el paso de los años, cuando lo vemos con perspectiva.
Quiero decir con esto que, las etapas más duras de nuestra vida, no solo fortalecen nuestro carácter y nos dan malos momentos para que podamos apreciar los buenos, también nos obligan a cambiar de rumbo. Y este cambio de rumbo puede salvarte la vida.
Imaginar el caso de una mujer maltratada. Debería tomar la decisión de dejar a su marido el primer día que la grita y la insulta. Pero no lo hace y continúa. Y llegan los niños. Y su marido, de los gritos, pasa a algún bofetón. Y ella sigue aguantando y ahora pone de excusa a los niños. Hay mujeres que prefieren vivir en una humillación continua, y no toman la decisión, porque les puede más el miedo. Esta mujer podría estar así toda la vida…pero llega la gran paliza. Esa en la que teme por su vida. En la que puede ver el terror en los ojos de sus hijos. En la que piensa en dejarse ir y acabar con su sufrimiento. En la que toma la decisión más importante de su vida.
¿Era necesario llegar a un punto tan crítico? Para la mujer de nuestro ejemplo y muchas otras, sí. Esa paliza le está salvando la vida. Le está obligando a tomar la decisión adecuada. Alejarse de ese monstruo y darles a sus hijos una vida sin violencia.
Hay que reaccionar antes de llegar a estos límites. La vida es tan corta y puede ser hermosa. No dejemos que la vida nos obligue a tomar la decisión correcta. Tomémosla nosotros antes de que nos empuje al abismo.
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