El papel de los padres hoy en día es un tema que genera polémica. Quizás sea el exceso de información, o que somos una generación bastante competitiva, pero los padres de hoy en día damos la sensación de esforzarnos mucho por hacer bien las cosas, sin saber a ciencia cierta si las hacemos bien.
Todos tenemos como una especie de sentido de culpa que nos hace reflexionar constantemente si vamos por el buen camino, o no. Quizás seamos demasiado cariñosos, o quizás pasemos poco tiempo con ellos, o pasen demasiado tiempo enganchados a la tecnología, o pasen demasiado tiempo en la calle, o tengan demasiadas actividades, o quizás tengan pocas…¡un mar de dudas!
Todos queremos ser los padres perfectos y no nos damos cuenta que nadie lo es. Tenemos que hacerlo lo mejor que podamos, pero sin obsesionarnos. Los críos tienen una gran capacidad de adaptación que nosotros nunca tenemos en cuenta. Siempre los vemos como seres desvalidos que necesitan nuestra protección y nuestra guía y nos olvidamos que son personas. Personas con su propio carácter, con su inteligencia y sus capacidades. Lo que vale para el hijo de tu vecina, no tiene por qué ser lo mejor para tu hijo. Es más, lo que fue bueno para nosotros, no tiene por qué ser bueno para ellos.
Lo único que se nos puede exigir es que los eduquemos para que sepan distinguir entre el bien y el mal, darles cariño y, dentro de nuestras posibilidades, intentar potenciar las capacidades que tengan. Lo demás…sobra.
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