¡Qué difícil es cambiar de forma de ser! Aquí estoy yo, dando consejos a todo el mundo. Consejos que luego no me aplico a mí mismo. Ayer fui testigo de una injusticia. Algo pequeño, con apenas importancia, pero injusto. Se me revuelven las entrañas cuando veo algo así. Y quizás, por ser pequeño, debería haber intervenido y defendido a esa persona que estaba siendo injustamente tratada, pero no lo hice. Y me siento fatal.
Sigo siendo muy prudente en estos temas. No nos engañemos. Prudente es una forma amable de llamar al cobarde. Y así me veo yo. Porque dominando un arma poderosa como es la palabra, no la uso para defender al más débil. Miro para otro lado, como hace casi todo el mundo. Y eso no está bien.
Y es que, cuando uno es “prudente” evita el conflicto y, evitando el conflicto, permite muchas cosas con las que no está de acuerdo y con las que tendrá que convivir. Es mejor enfrentarte al problema, ser valiente, y pasar un mal rato en ese instante, que convivir con una conciencia y con unas consecuencias, que te pueden llegar a martirizar siempre.
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